EN LA AGITACION
En la agitación,
azotados por la lluvia.
Ebrios a bordo, sin destino.
Durmiendo en lechos como velas,
bendecidos
y al unísono crucificados.
Con la piel herida por la sal
en el vértigo del viaje.
Así la boca calla prefiriendo la sombra,
a veces por temor,
otras por cautela.
Viajando hacia un horizonte color violeta.
Arremetiendo entre la tormenta y la claridad.
Nuestros propios desaciertos
son a veces la brújula marcando el mapa
en el océano interminable de esta vida extensa.
Tratamos de conjurar el signo de nuestro tiempo,
convertido a veces en el triunfo de nuestra batalla diaria.
A veces el agua se junta,
se eleva y nos ahoga,
pero desde el centro de la tempestad
nos levantamos fuertes,
dignos en nuestra propia debilidad.
Sobrevivientes.
Inacabables.
Y aunque no se oye nuestra suplica de la forma que nos gustaría,
la lengua no nos atraviesa como cuchillo
y seguimos aún, al inconfundible amor.
Así,
en nuestra vestidura,
abrimos el corazón y levantamos vuelo.
azotados por la lluvia.
Ebrios a bordo, sin destino.
Durmiendo en lechos como velas,
bendecidos
y al unísono crucificados.
Con la piel herida por la sal
en el vértigo del viaje.
Así la boca calla prefiriendo la sombra,
a veces por temor,
otras por cautela.
Viajando hacia un horizonte color violeta.
Arremetiendo entre la tormenta y la claridad.
Nuestros propios desaciertos
son a veces la brújula marcando el mapa
en el océano interminable de esta vida extensa.
Tratamos de conjurar el signo de nuestro tiempo,
convertido a veces en el triunfo de nuestra batalla diaria.
A veces el agua se junta,
se eleva y nos ahoga,
pero desde el centro de la tempestad
nos levantamos fuertes,
dignos en nuestra propia debilidad.
Sobrevivientes.
Inacabables.
Y aunque no se oye nuestra suplica de la forma que nos gustaría,
la lengua no nos atraviesa como cuchillo
y seguimos aún, al inconfundible amor.
Así,
en nuestra vestidura,
abrimos el corazón y levantamos vuelo.